jueves, 8 de diciembre de 2011

Larga vida al dub


Hace ya demasiado tiempo que me siento como el turista que observa anonadado una reliquia histórica de cualquier país, pero sin comprender lo que ve. Cosa que me abruma.
Y es que generalmente tal reliquia genera bienestar y disfrute por su belleza, por su tamaño, por su ubicación, por lo que ésta representa… La admiración ante cualquier monumento histórico viene en parte por ese sentir de que uno es parte minúscula pero activa de su civilización y de que sus manos también colaboran para seguir girando el planeta. Admira la imagen que tiene ante sí y toma fotos de la misma para materializar un recuerdo más y así seguir construyendo el bagaje de su vida.
Las sabias civilizaciones dejan tras de si imágenes concretas y no vitrinas vacías. Imaginen lo que sería un museo con marcos sin pinturas y carteles sin letras. Esto es precisamente lo que nuestros dirigentes vienen practicando desde hace un tiempo, de ahí que observe anonadado tales reliquias sin comprender lo que veo.
Estamos cada vez más acostumbrados a un lenguaje burocrático de letreros vacíos y expresiones rimbombantes de rebuscado y trabajado continente pero sin apenas contenido. El lenguaje que utilizan las personas en sus relaciones e intercambios sigue cargado de jergas y gestos con significado, pero cuando estos intercambios se dan con el mundo institucional el individuo se siente completamente alienado, pues sólo escucha a una máquina con la que no hay interacción posible. Esa máquina le deja claro que no hay posibilidad de diálogo y que en definitiva las conclusiones de la conversación se extraerán de forma unilateral, con lo que el pobre individuo no tiene más que cruzarse de brazos y esperar a su suerte.

“La imagen de estas actuaciones musicales no coincide con la imagen que se quiere de Barcelona”. Frase que ha servido para erradicar toda actividad musical en el bar del Centre Cívic Parc Sandaru.
Se puede ver como esta frase carece por completo de significado alguno, estamos en efecto ante ese marco sin pintura. ¿La imagen de qué, de quién, para qué o para quiénes? No se sabe, te lo tienes que imaginar tú, pero en definitiva sólo lo harás a modo de pasatiempo ya que la solución final la pondrán ellos y tan sólo te quedará, pues eso, cruzarte de brazos y esperar a tu suerte. Parece mentira como gente erudita de corbata (cosa que pongo en duda) es capaz de hablar y razonar tanto sin contenido alguno. Una imagen señores míos debe ser de algo en concreto: la imagen de un árbol, de un rayo, de un coche…la imagen de alguien que sufre o ríe (véase un simple emoticono)…la imagen de un país desolado o del skyline de Nueva York. Pero la imagen de la nada no ha habido filósofo, pintor, escritor o músico que haya sabido transmitirla. Sencillamente porque no existe.
Cualquier artista se esfuerza sobremanera por hacernos llegar las imágenes que representan sus vivencias y experiencias o bien sus ficciones y deseos, pero claro está, los artistas comen de eso (siempre que ustedes les dejen). En cambio quiénes dirigen nuestras instituciones no se esfuerzan lo más mínimo por clarificar tales imágenes, más bien al contrario, desvirtúan el discurso más y más e ignoran de forma voluntaria el conflicto que eso genera en la gente. Es cierto, ellos no comen de eso, precisamente de lo que comen es del indómito océano de leyes cuyas olas van y vienen según los caprichos de cualquier tormenta de dinero.
Estamos pues ante un conflicto de diferentes lenguajes entre el que da argumentos vacíos y el que no puede satisfacer sus necesidades ante tanta vacuidad. Pero eso no es lo más grave, el mayor agravio viene cuando tales argumentos sirven para hacer y deshacer a su antojo la vida de los demás.
Bajo el amparo de sus leyes, o mejor dicho, de sus arbitrarias interpretaciones de nuestras leyes, todo queda justificado. La política se ha mal acostumbrado a utilizar y manipular la ley de todos para fines propios. El objetivo ya no es salvaguardar los derechos de la mayoría pero ustedes tranquilos que no hay descontento social.
No olvidemos que las leyes representan el sentir de una sociedad, sus valores, sus creencias y toda su historia. Representan pues categorías puras de lo que podríamos llamar el sentido común social. Un crimen no es penado sólo porque una ley así lo exprese, es penado porque es de recibo para la sociedad que lo sea, es penado porque se ha faltado a la moral común y debe restablecerse. Ahora bien, es realmente complicado, por no decir imposible trasladar el sentir de cada individuo a una fórmula general en la que tengamos cabida sin excepciones, de ahí que las leyes resulten contradictorias en múltiples ocasiones y no satisfagan a todo el mundo.
Gran parte de nuestras leyes provienen del derecho romano, pues es difícil traducir mejor en texto legislativo nuestra historia común, con la de particularidades que ésta tiene. Por esta razón no le pido al político que diseñe leyes perfectas, pero si le pido que haga un esfuerzo mayor por explicárselas al ciudadano. Como el buen pintor o el buen músico, el buen político debe esforzarse por hacer llegar, mediante imágenes claras, el sentido común de nuestras sociedades.
Sabedores del conflicto inherente a cualquier legislación, sabedores que las leyes se componen de categorías sociales puras y abstractas que provienen de la acumulación de años y años de reproducción social, sabedores de que el pueblo necesita respuesta a sus necesidades, deberían no entorpecer más la situación con sus discursos de corbata que tan sólo valen para adornar más si cabe sus trajes de clase privilegiada.
“La imagen de estas actuaciones musicales no coincide con la imagen que se quiere de Barcelona”. Esta frase no puede servir para prohibir nada, pues nada explica. Es un bonito encadenado de palabras sin contenido alguno, con lo que no tiene alegación posible. Repito, ¿en qué imagen están pensando? ¿En qué ley concreta están pensando? ¿Dónde se especifica la prohibición de llevar rastas y de tocar música underground? Ahora ya nos metemos en un terreno pantanoso, ese que ustedes no pisan. Saben que va en contra de principios fundamentales de tolerancia y sentido común. Algo que no practican, ni falta que hace decirlo.
¿Por qué no prohíben ustedes el Primavera Sound o El Sonar? La masa de gente saliendo de tales eventos brinda una imagen bien clara, para mi gusto más parecida a una película de zombis de Romero que a la imagen que se quiere de Barcelona (que aún no se cual es) Dejemos ya la hipocresía, todo el secreto está en que da mucha, mucha, mucha pasta; y claro está porque tales promotoras te pueden desanudar la corbata.
La cultura es aquello que da sentido y valor a nuestras necesidades humanas y al trato entre las personas, por ello no se puede borrar de un plumazo una expresión artística de tanto nivel como el ofrecido en las dub session’s del Parc Sandaru. Pero claro, son manifestaciones culturales alejadas de lo que más aman, la rueda del capital. Un artista no tiene cabida en nuestra ciudad si no da pasta y mueve gente de bien (los de la corbata y la cola de zorro al cuello) y a la SGAE me remito.
En estos tiempos tan difíciles, sólo para muchos, podrían aplicar un poco de mano izquierda y permitir a la gente disfrutar de algo en la vida, como la buena música. Aquella que te hace sonreír y disfrutar, aquella que expresa el mundo de forma que significa algo para el que lo escucha, aquella que se esfuerza por traducirnos la vida y sus infinitos componentes, aquella que nos hace sentir pequeños pero útiles a la vez, como las pirámides de Egipto al turista que las contempla.
Menos imagen vacía y más realidad. Suelten a ratos la corbata y bajen a galeras, podrán tener así una idea de lo que es eso. Además así se sorprenderán por recordar que un día también remaron y de que entre todos pensamos ese texto del que se creen dueños y señores.
Bajen a remar y abandonen el Liceo, pues también yo lo quiero disfrutar, y fotografíen mi aplauso a quién, con sumo placer y lejos de pedirme más tiempo y dinero, me hace reír o llorar, pues su arte es parte de mi vida. Con sólo esa imagen aprenderán mucho más que con mil palabras de las suyas.

Dedicado a Gerard, Lluis y Ester por su buen hacer.

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