jueves, 9 de diciembre de 2010

Dale limosna mujer...


Dale limosna mujer que no hay pena más grande que la de ser ciego en Granada. Ya lo decía Lorca y cuanta razón tenía pues mis ojos pudieron contemplar dicha belleza en estos días de acueducto festivo que nos ha deparado el mes de diciembre.
Antes de que se abalancen sobre mi he de aclarar que en efecto fui afortunado y tras el caos aeroportuario finalmente pude gozar de unos días en tan linda ciudad, no obstante también debo aclarar que el des-controlado fenómeno me hizo perder un día de vacaciones así como la posibilidad de pasear por los jardines de La Alhambra. Como todo hijo de vecino también yo me acordé en caliente de la salud y familiares de los des-controlados controladores aéreos.
Des-controlados por su falta de empatía con el trabajador que ansiaba tales días, por la falta de responsabilidad al bloquear los sueños, las necesidades y las emociones de miles y miles de personas. Des-controlados por transformar un acueducto de ensueño en un puente maltrecho que desplomó cada vagón del tren más esperado del año. Pero sobretodo, des-controlados por abalanzarse en masa sobre un zanja muy bien puesta.
No estoy en sus cabezas pero creo que se lanzaron de lleno a una corriente térmica de la que no vieron manera de escapar. Cuando dejaron sus puestos, los aviones dejaron de volar, ellos en cambio comenzaron a volar y volar en espiral sin saber como escapar de tal ciclón aéreo, sabiendo además que el accidente iba a ser mortal.
Aparte del colapso aéreo llegó también el colapso mediático. Tras poner el gobierno el agua a calentar sólo esperaron a que el des-controlado echara los polvos mágicos de la debacle. Aeropuertos de todo el país, zonas liminales por excelencia, en donde cada cual pierde su identidad, en donde cada cual sólo es un número de vuelo y una tarjeta de embarque. Donde se juntan miles de personas sin trabajo alguno, sin identidad y en el trance de una espera que nadie tiene la certeza de su durada. Este es el escenario perfecto de cualquier ritual que se precie. La zona de tránsito de un lugar a otro, la zona de tránsito de tu vida a la otra.
Piensen ustedes las consecuencias de romper o quebrar cualquier ritual justo en su punto más latente donde se juntan emociones pasadas y futuras. Donde se alberga el olvido de mi anterior condición y la adquisición de la nueva. Eso es, miles y miles de zombies en estado de trance que deambulan por un vastísimo espacio sin forma alguna reconocible, sin un decorado al que agarrarse. Enviar para allá a las cámaras es algo inmediato, beneficioso y muy pero que muy productivo para algunos.

Por eso no me cuesta decir que me dan pena los des-controlados, ya que nadie se mete en una espiral de esa magnitud sin una buena causa. Es más, pienso que todos tenemos cierto derecho a des-controlarnos, empezando porque ciertos privilegiados parecen sí tenerlo, y a los que dan fe de ello les ponen el cartel de busca y captura. Que se lo pregunten a Julian Assange.
Podemos pedir la cabeza de todo controlador aéreo que se precie, pero me encantaría que también se pidiera la de aquél corrupto que se queda con los cien euros que a mi me quitan, la de aquél otro jeta que se pagó sus viajes a todo trapo, sus copiosas y excelentes comidas y a buen seguro sus burdeles.
Cobren lo que cobren, que no lo sé pues sólo escuché una versión, no son los controladores los que me aprietan la clavijas diariamente. Quizá sería momento de no pedir tanta cabellera y reflexionar más acerca de por qué ansío esas vacaciones. Nada tengo que decirle a quién sufrió otro tipo de calamidades pues no estoy en situación de pedirle entendimiento y él tampoco de pensar, suficiente tiene con sufrir, sólo puedo decirle lo siento. Pero buena parte de la dureza de la vida no nos la ha impuesto un vuelo de más o de menos, nos la ha impuesto tanta globalidad financiera atroz des-controlada, que fuerza a volar como zombis a muchos y permite volar en jet privado a unos pocos.

Sin duda me estaré creando enemigos defendiendo a tales cowboys cuyas cabezas deberían decorar el monumento erigido para conmemorar nuestro primer estado de alarma. También me da pena, y es que en lugar de pensar que tenemos un objetivo común, vivir mejor, y que por ello podríamos luchar, caemos una y otra vez en la mayor trampa de nuestros estados modernos.
Excelentes maestros de la parafernalia y el teatro disponen los guiones perfectos para la confrontación colectiva. Enfrentar mis intereses con los tuyos es lo más sencillo que existe. Una imagen por aquí y una cifra por allá e voilà. Desatomizados y convertidos en lobos más pendientes de devolver la dentellada que de curarse la herida cuyo dolor nubla la visión. Tanto grito alrededor de la montaña de calaveras no nos deja escuchar tan antigua y célebre frase como es divide y vencerás.

Se equivocaron en las formas y el momento, se des-controlaron, ahora bien, quién de ustedes no ha pensado un día en no acudir al trabajo, en vengarse de la administración que le oprime o simplemente en des-controlarse. Si rebanamos la cabeza de tanto des-controlado se acabó la prensa rosa, se acabaron gran parte de nuestros gobernantes, se acabó el caciquismo, se acabó el fútbol…y quien sabe si quedaría alguno en pie, quizá volverían los dinosaurios, no lo sé.
Otra opción sería dejar el machete a un lado y hacerlo todos por un día, no sólo controladores des-controlados, todos des-controlados, sin acudir a trabajar. Un día de debacle, aunque sólo sea para aclarar que todos somos controladores, o eso me dicen cuando voto. Aunque sólo sea para aclarar que hemos visto sus muchos días de debacle y uno tras otro lo permitimos. Aunque sólo sea para aclarar que los jetts también son nuestros y nosotros los controlamos.

Si seguimos ciegos en cualquier terminal, aunque sea la de Granada, danos limosna mujer…