miércoles, 23 de junio de 2010

El fútbol es el opio del pueblo. VIVA EL MUNDIAL!!!!


El ser humano tiene (no siempre) la capacidad de comunicarse con el prójimo y dicha capacidad la utiliza frecuentemente para, simplemente, pasar el rato charlando. Curioso hábito en el que de repente cualquiera se pone una toga, coge una tiza o viste chándal de entrenador, pero lo que más admiro de dichas charlas es la necesidad que tenemos de generar siempre dos bandos de opinión. ¿Quién no ha ejercido de abogado del diablo con lo divertido que es?, por otro lado sin un abogado maldito en la mesa, en la barra o en el parque, la charla da para poco.
En tales tejemanejes entre el blanco y el negro se dan cabida todo tipo de temáticas según los tiempos y la imperiosa actualidad, pero estaremos de acuerdo en que existen ciertos asuntos tradicionales que siempre uno está a punto para conversar sobre ellos, ¿y por qué no?, así pasamos el rato. Como decía en mi escrito anterior el fútbol es uno de ellos.
Antes de enfrentarnos y defender nuestros colores, les diré que también es frecuente encontrarse al maldito abogado que viste de aficionado al ping-pong. Girando la cabeza de un lado a otro atiende al cuerpo a cuerpo en silencio hasta que suelta la célebre frase: el fútbol es el opio del pueblo; touché, el silencio es entonces general, pues nadie puede ponerlo en duda. La irracionalidad de nuestra lucha nos hace musitar una aceptación que sin embargo no durará mucho, pues es tanta la gana de argumentar, luchar y machacar al otro de forma irracional y apasionada que tal reconocimiento al diablo aficionado al pin-pong dura un instante, tanto como dura musitar un es cierto.
Sí le diría al diablo aficionado al ping-pong que lo verdaderamente interesante es intentar comprender la naturaleza del opio fútbol y porque las masas se enganchan a él. Quizá también debiera preguntarse si es el único opio que tiene el pueblo, a mi me viene a la cabeza esta otra frase la religión es el opio del pueblo.

El fútbol en sí no es ningún opio, somos nosotros quiénes con nuestros hábitos y relaciones le dotamos de la forma apropiada para ser consumido, así nos brinda lo que buscamos de él, una irracionalidad apasionada. Un fervor incluso místico que podría recordarme a cualquier religión, y recuerdo muy bien ciertos lugares como verdaderos santuarios que sólo se diferencian en que en unos cuelgan crucifijos e imágenes del Señor y en los otros bufandas, banderas e imágenes de las leyendas del equipo en cuestión.
Algunos piensan que en nuestro mundo global y de consumo cada vez tiene menos cabida la práctica religiosa, aunque no creo que sea así pues la necesidad de experiencias religiosas sigue siendo la misma. Todos nosotros seguimos buscando la magia de nuestros rituales para aliviar nuestros pesares de la vida que sigue sin estar bajo control.
Otra cosa distinta es que su formato y dinámica haya cambiado, como ha cambiado el mundo, un mundo líquido que nada considera cierto para siempre, lo que ayer era verdad hoy ya no lo es, y que fluctúa en un mar planetario de relaciones sociales donde interviene el encuentro transnacional, el móvil, internet, la tele, la radio y el gps.
Los dioses atemporales han envejecido repentinamente y se buscan dioses de moda, casi a diario colocamos la preciosa copa en manos de los nuevos emperadores, pero éstos son como el árbol caduco, aunque su tiempo de renovación es del todo imprevisible.
Con lo cual el fútbol es vendido tal y como se puede consumir hoy día, esto es, magnificando y engalanando a sus dioses o héroes que por otro lado son también tremendamente inestables en el tiempo, lo que ayer era un crack hoy es un proscrito. Pero no importa pues la máquina de fabricar cracks futbolísticos está asegurada, basta con que en los diferentes rincones del planeta nazca alguien que sepa jugar muy bien, el traje ya se lo elegimos nosotros.
¿Por qué el fútbol y no otros deportes más nobles?, le diría al maldito abogado que parece lógico pensar que son los países mal llamados desarrollados los que manufacturan sus productos tradicionales transformándolo en el opio deseado. El fútbol en Europa se exporta hacia los confines del mercado y el fútbol americano o basket en América del Norte también hace lo propio, además, es difícil pensar que el pin-pong pueda tener el mismo calado en nuestra sociedad ya que no hay nadie con tanto poder para su tratado de laboratorio y su posterior venta al mundo, aunque todo se andará, quizá lo que hoy es fútbol mañana sea ping-pong. ¿No será entonces un opio igual?. Y que me dice el maldito abogado de este otro deporte urbano, ir de compras, ¿no es también el opio para el pueblo?.
Anteriormente cada día era el santo de muchos y ahora muchos santifican el agua, la paz, el hambre, la luz,……..en resumidas cuentas el día mundial del opio.
El opio del fútbol puede ser utilizado para escapar al horror vacui, aunque también podríamos pensar que ese horror es injustificado ya que así es como somos y funcionamos. Todo el mundo se llena con su opio, llámese religión, llámese fútbol, llámese cualquier otra cosa, es simplemente un hecho social como cualquier otro.

Estamos en días de mundiales, y se nos brinda la oportunidad perfecta de enfrentarnos pacíficamente pero de forma irracional y apasionada contra otras naciones. La magia de España contra la magia de Brasil, la de Ghana contra la de Inglaterra, reírnos de sus técnicas, de sus brujos, de sus héroes y aclamar a los nuestros, o bien llorar juntos la desdicha del héroe que pronto se convertirá en proscrito. Piensen en Sarkozy dirigiendo unas amistosas palabras a los jugadores de la selección francesa.
El mundo se centra en la disputa, ¿quién acabará campeón? tal expectativa nos hace sentir miembros de todo el planeta, por eso un mundial, es la máxima expresión deportiva (los dioses del Olimpo se preparan) de nuestras diferencias pero también de nuestra humanidad que impregna al planeta entero.

-Así se acaba nuestra charla, fue un placer arreglar el mundo contigo pero me tengo que marchar, el partido está a punto de empezar y no quisiera perderme el primer gol de mi equipo.- Dije mientras pagaba la ronda
-No es mi caso ya que nunca engancho un partido de ping-pong por la tele.- Me comenta el maldito abogado aficionado al ping-pong.

miércoles, 9 de junio de 2010

LA CRISIS. EL DECORADO DE DON DINERO


A poco que uno haya orientado su parabólica hacia cualquier conversación acontecida en bares u otros lugares de encuentro, seguramente la palabra que más habrá escuchado es Messi, Cristiano Ronaldo, partidazo, y similares jergas propias del mundo del balompié. Algo a lo que sin duda estamos más que habituados, pues como enorme fenómeno social que es, también participamos de él. No obstante en tales tertulias, a ese amado y caprichoso balón le salió, rondará ya el par de años, un potente competidor:La crisis



En el café de cada mañana los diálogos son algo parecido a lo que sigue:

-Crisis parriba

-Crisis pabajo

(sorbo de café y algún espabilado de algo más)

-Zapatero parriba

-Zapatero pabajo

(sorbo de café y me olvidaré del espabilao)

-PP poraquí

-PP lejosdeaquí

(último sorbo de café)

-Menudos chorizos, donde iremos a parar

-Amigo, la aventura es la aventura

(pago mi café, aquél paga lo suyo, y hasta mañana que el curro me llama)

Parecido al diálogo de una película en la que cada actor repite su parte, así concibo tales conversaciones acerca de La crisis. Podríamos incluso pensar en una versión cinematográfica al uso, cuyo título fuera LA CRISIS, apta sólo para mayores de dieciséis años y con posibilidad de estrenar saga tras saga (1,2,3,4,5….) así hasta convertirla en la gallina de los huevos de oro, con todo su merchandising y múltiples posibilidades comerciales entre tanto forofo y crisisólogo.

Si el famoso Gurb de Mendoza viniera a visitarnos, se quedaría estupefacto ante la solemnidad, ante la perfección en los efectos especiales, ante tan magnánimo espectáculo, pero también nos preguntaría: escucha una cosa ¿qué significa crisis?. Dudo que alguien fuera capaz de contestarle al momento, y quien más quien menos dedicaría unos momentos en darle vueltas tratando de encontrar una respuesta lo más concisa posible. Poneros a prueba y os daréis cuenta de que no resulta nada fácil, aunque siempre queda la opción de ofrecerle la siguiente respuesta basada en El Diccionario de La Real Academia Española: Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales. Toma ya! El pobre Gurb está tragando saliva dificultosamente.

Dejemos a Gurb con sus espasmos y contestemos a la pregunta para darnos satisfacción a nosotros mismos. Demos una mirada al paisaje del pasado y observemos como sin crisis todo era un llano de amapolas. Se construía mucho para que cualquier individuo tuviera un acceso fácil a la vivienda, las hipotecas eran auténticas gangas, las subidas de sueldo provocaban euforia, las condiciones laborales mejoraban año tras año. Pero no sólo nuestra tierra era verde y floreada, también en otros continentes abundaba la bonanza, no había hambre, ni sed, ni suciedad, ni precariedad. En resumidas cuentas, no había de qué ni de quién preocuparse. Ahora bien, la crisis lo cambió todo no?

Es necesario un plan de austeridad, clama España, clama Europa y clama el Norte. Plan que consiste en recortes salariales y reformas laborales, es decir, tanto funcionarios como privados, de una forma u otra, van a sentir su diafragma ligeramente oprimido. Ante lo expuesto y ante tal recaudación de emergencia se me ocurre una nueva pregunta ¿Será ese dinero destinado a que pueda comer y beber el que no tiene, a que pueda entrar en un piso el que no tiene, a que pueda volver a oler las flores el que no tiene?

The end, hasta aquí llegó la sesión de cine.

Queridos espectadores, las luces se encendieron y LA CRISIS que vieron en sus pantallas no es lo que pensaban. En mi humilde opinión y por lo que puedo entender de tanta contaminación visual y acústica recibida, se reduce a algo así: una confianza más o menos certera de invertir (chachi eh?), de generar mercado, y cuánto más se invierta, más libre será dicho mercado (que no de reses), entonces la fractura en esos procesos, como dice el diccionario, provoca Crisis. La crisis real en cambio, la falta de pan, de trabajo y la falta de todo para muchos (demasiados), es consecuencia del afán por restablecer los procesos de la libre circulación. De esa forma sobrevuela nuestros campos, y sólo aquéllos que conocen su trayectoria, pues ellos se la dieron, pueden darle caza.

En 1949 Truman calificó a la mayor parte del mundo de subdesarrollada y estableció un ranking en el cual todas las naciones debatían y debaten por ser la que más dinero genera, en la que más invierten, la que más produce. Ese es el paisaje real, sobre esos llanos vuela más cómodo el mercado. En esa época se gestó la concepción actual de los Estados, unidades potentes y altamente desarrolladas, cuya obsesión por Don Dinero es tal, que empiezan a olvidarse de sus pueblos. Por nuestra parte, tantos años observando el paisaje de Don Dinero, tanta costumbre acumulada por morder la moneda de oro, traslada cierta inconsciencia en nuestros hábitos, y sin apenas cerciorarnos, le construimos a Don Dinero el decorado perfecto.

Nuestras leyes, nuestra realidad infinitamente fraccionada en actividades y aficciones mil, nuestra falta de tiempo y nuestras conversaciones, efectivamente forman parte de un guión escrito. Y aunque despotriquemos contra unos u otros, en realidad estamos afianzando el espectáculo, dando bombo al suspense y aplaudiendo a los padres de Don Dinero. Sus palabras son vacías pero las creemos, sus formas son ostentosas y recargadas pero nos entusiasman, nos roban con arte y jeta pero nos da igual. Tras el telón, mientras ellos en realidad gobiernan y mandan a Don Dinero, se oyen los aplausos por cada ingenioso plano y destello audiovisual.

No llamo a la heroicidad ni al magnicidio, pero es bueno no olvidar, que podemos ser un público difícil, quizá haya llegado el momento de dejar de aplaudir y empezar a sospechar que tras sus privilegiados trajes, se esconde el mismo látigo que cientos de años atrás tantos esclavos vieron venir de frente.

domingo, 6 de junio de 2010

LOST. LA TRIBU ENCUENTRA SU EDÉN

Lost, que no tiene destino ni lugar, perdido por la ausencia de moral. Es preciso tener en cuenta que tales carencias no son origen de uno mismo como individuo, más bien son el origen del individuo en relación a su sociedad, pues ésta es la que le califica de perdido. En este mismo saco podríamos ubicar todo aquello que consideramos anormal, cualidad que todos los protagonistas de la serie Lost albergaban en sus vidas, pues solos y aislados se encontraban, y en definitiva hablamos de lo mismo, a poco que pensemos. Fuera de las redes sociales, confinados en ellos mismos y perdidos, huían de una forma u otra hacia la nada, pues nada esperaban encontrar de su búsqueda. El Oceanic 815 representa ese empeño desesperado por encontrarse y encontrar por tanto el lugar deseado, aunque sea en las antípodas.

Pero el avión se estrella y entre muchos muertos, unos cuantos solitarios con el alma desgastada consiguen salir ilesos. Entre los cadáveres y el caos, todos forman un improvisado equipo que atendía, apoyaba y rescataba aquí y allá. Un renacido grupo que lucha por estabilizar el estado de xoc, y como todo grupo nombra a un líder, quién mejor que el médico y chamán, Jack, que sin quererlo se ve atrapado por el nuevo rumbo tribal de la isla. Kate, Sawyer, Hurley y los demás forman la tribu de los perdidos. Y Locke? Ausente, sorprendido por caminar, se abstrae y se llena de fe. Él si quiere ser líder, pues su fe y meticuloso estudio de los rituales de la isla así lo legitima.

Todos ellos se unen bajo el emblema de renacer y sobrevivir mientras esperan a ser rescatados, y eso no resulta difícil. Ahora bien, cuando tal esperanza desaparece, cada miembro del grupo se acuerda de que vivir con el alma gastada es un drama conocido. De sus experiencias pasadas sacan fuerzas por pasar página y forjar algo que no tiene forma ni color, pues nadie se la dio aún. La isla les desnuda de cualquier cosa conocida y lo que es más importante, les desnuda de todo pecado. Cada cual dejó su locura en tierra y se convirtieron en iguales, ¿una segunda oportunidad quizá?.

Pero el grupo es nuevo y débil, vivir en la isla dota de ese espíritu de supervivencia colectivo pero también de las relaciones que conlleva tal empresa. Las maneras de ser, las opiniones y los intereses de cada cual se entremezclan en el grupo, llevándole a situaciones de crisis. Además, por su inexperiencia y su falta de tiempo y costumbre, goza de dos cabezas, Lock y Jack, fe y razón, la isla divina gobierna al grupo o es el grupo quien gobierna ese pedazo de tierra en medio del Pacífico. Entre tal encrucijada se debaten los miembros del grupo, que van eligiendo a uno u otro en esa búsqueda por encontrar un alma nueva y definirse al fin. Dos druidas enfrentados sin Dios definido, uno por falta de conocimiento y el otro por falta de fe. Y todo por decidir.

Pecados capitales para el interés colectivo que actúan como el peor enemigo de todos ellos, pues fuerzan a cada cual a velar por sus intereses anteponiendo los del grupo. En cada prueba refuerzan su anterior vida o por el contrario se sienten solidarios y acompañados, pensemos sino en la gula de Hugo, escondiendo la comida, sólo para él. En la pereza de Charlie, cuya droga y pereza por vivir casi le aleja del amor, cosa que nunca antes tuvo. En el trío amoroso de Jack, Sawyer y Kate o en la ira de Sayid. La isla es ese escenario primario donde las sensaciones y emociones que tienen son puras, libres de coacción, de prejuicios. En esta isla, si estás sólo es porque eres un loco para todo ser humano, eres mal puro y así te condenarás.

Éste es el purgatorio, un lugar en el que las fuerzas están en equilibrio pues sólo así un alma que vaga entre dos mundos puede elegir por uno u otro con libertad, con lo cual la balanza debe estar siempre equilibrada. Supuestamente hablamos del bien y el mal, pero ¿qué establece lo que es bien o mal? Ellos mismos como grupo marcan sus normas y el que las sigue actúa por el bien. Los “otros”, la dharma y todo aquello que se les va apareciendo en la isla, es el enemigo, pues es desconocido y no es de los suyos. El hecho de que les llamen los “otros” señala sin duda la existencia de un grupo que empieza a establecer sus criterios acerca de lo que es sagrado y debe cumplirse. En los “otros” encuentran a quienes se escapan de su normalidad, y por tanto pasan a ser foco de maldad. Conforme va evolucionando la historia dentro de la isla, se endurecen sus luchas internas pero también se fortalecen sus límites como grupo. Fijaos sino en como muestran los entierros de cada muerto. Muchos quizá ni sepan porque están presentes en el entierro, pero ahí están, por estar con el grupo, por no romper con lo sagrado, para que no le vuelvan a aislar. Lo que digo se puede extraer de las palabras que Ben le dedica a Locke cuando lo entierra en la isla.

Locke, el chamán de la fe ha muerto, pero el grupo continúa, y a pesar de tanta desventura acontecida en seis temporadas adquiere su madurez cuando empieza a desvelarse la historia ancestral de Jacob y “el monstruo” y en especial cuando muestran sus roles en una isla mágica. La propia balanza de sus miserias y virtudes se encuentra físicamente bajo sus pies. Un mito hecho realidad. Así Jack se olvida de toda lucha por desvelar la razón y encontrar la fe, y sólo cree en conseguir lo mejor para el grupo, pues él nada tiene por conseguir. Escogiendo la opción de suceder a Jacob pretende salvar la isla y conseguir que el resto empiece una vida renovada.

El grupo le sigue y sin razones evidentes desconfían del “monstruo” pues también es desconocido, como los otros, pero además es ancestral y poderoso, como el mismo diablo. Jacob en cambio representa al Dios que deja libertad pero castiga con puño de hierro, pero Dios al fin y al cabo, alguien conocido y seguido por todos, su norma es la de todos. Ese Dios ha muerto y necesita sucesor y cuando Sawyer comenta en tono irónico acerca de Jack lo siguiente: “…Y decía que no tenía complejo de Dios”; en realidad lo está vanagloriando como al nuevo Dios.

Creo que en ese preciso momento todos ellos se acaban definiendo como grupo y se apoyan en unas reglas que, justificadas o no, son las suyas y son sagradas. Ayudar a Jack a matar al “monstruo” y salvar la isla. Le demuestran a la isla que el colectivo funciona y se podría decir que se eleva a su estado máximo de perfección, encuentran la comunión total entre el individuo y el colectivo ya que salvan la isla y cada cual encuentra su lugar: Sayid se redime de su ira matándose por el grupo al igual que Charlie lo hizo en su momento, Ben es nombrado número dos y se redime de su obsesión por la isla, y uno tras otro van encontrando su lugar, como los que logran escapar. Lo que Jack ve en su muerte es el paraíso social y el Edén de su tribu.

La isla existe como un purgatorio metafórico ya que en tal escenario se debaten las opciones y definiciones de los protagonistas, pero también se presenta como un purgatorio real, pues estamos en una isla mágica que actúa de visagra entre el mundo divino y el terrenal. En este punto es donde Desmond encaja, una reliquia humana que encuentran en las entrañas de una misteriosa escotilla. Es el objeto sagrado de la isla y el médium del grupo, con él los dos mundos pueden entrar en contacto y por eso es consciente de ambas realidades, con él los dos mundos se pueden unir. Sólo él podía abrir el tapón.

En ese momento el humo negro o “monstruo” puede huir al mundo de los humanos, pero a su vez también se humaniza, con lo que puede morir. Una vez muerto sólo queda salvar a la isla y al mundo, el cosmos divino debe ser separado del terrenal o ambos se destruirán irremediablemente. Jack sacrifica su vida para cerrar dicha puerta, pues él no es como Desmond, pero tampoco como los demás, su pecado es irreparable, su padre no volverá. Sin saberlo, no sólo salva a la isla de los perdidos y los susurros, sino que la deja nuevamente en equilibrio, transformándose en humo negro.

Pero que más da, su alma estaba perfectamente ubicada, estaba con los suyos y ya sólo quedaba dejarse ir.